No, no, no, no, y no. Di conmigo que no. Hazme caso, ahora yo tengo la razón. Antes también. Pero hablamos de ahora, querida, querido" Hay personas, como yo, que nos encendemos cual volcán cuando vemos, vivimos, sentimos una injusticia. Ni siquiera es necesario que sea yo la víctima. Sí, ha sido requisito, pilar, que haya sufrido muchas; tengo la piel tatuada con sus marcas desde que tengo uso de razón; como fundamental es haberlas superado mejor o peor. A revolcones, en silencio. Peleándome conta mí misma dentro de una piscina viscosa de bolas gigantes, a ciegas, sin saber donde estaba, solo sintiendo como quemaba esa especie de gelatina penetrante, maloliente y pegajosa de la piscina, mientras trataba de escapar. Pues, ñoras, ñores, ¡he salido de la piscina ¡hasta con mejor color de cara! Más bronceadita y divina por dentro. Puedo explicar el largo camino, lo de los que siguieron a Moisés, es un paseo, al lado de mi desierto; pero pá qué. El caso es que estoy fuera. Y te digo: ...